Horas más tarde…
Harry se miraba el reloj impaciente, eran las 22h en punto.
Nunca había sido tan puntual, pero en ese caso lo requería. Vero era una chica
genial y preciosa. Las horas se le pasaban rápidas a su lado y sentía que con
ella sólo existía la felicidad.
Estuvo varios minutos pensando en ella y en la relación que
quería empezar cuando unas sirenas lo bajaron de las nubes.
Miró por el ventanal y vio pasar una ambulancia, un camión
de bomberos y los coches de policía. Se levantó y corrió hasta la salida
dejando aquella mesa desocupada, únicamente servida con un vaso de agua, sin
saber que ninguno de los dos volvería a sentarse en aquellas sillas nunca más.
Minutos antes…
Estaba volteando por la habitación con la música alta. Era
ya casi la hora y su corazón palpitaba rápidamente. ¿Estaba enamorada? Sí. Cada
vez que pensaba en él cerraba los ojos y sonreía. Le quería, pero no como Harry
Styles. Era su Harry y sí, estaba enamorada.
La sonrisa desapareció en unos segundos, cuando su hermano
pequeño la despertó del sueño llamándola entre sollozos y la vista se le nubló.
Se estregó los ojos, pero no, no era ella. Un olor a humo le hizo pensar que
algo se estaba quemando y rápidamente fue en busca de su hermano.
El calor le invadía todavía más a cada pasó que daba de
camino a la habitación de su hermano. La puerta estaba cerrada y por debajo de
ella se veía un resplandor, dio un empujón con el hombro y se abrió de repente.
Miguel dirigió la mirada hacía su hermana, temblando. Esta
acudió a él y lo abrazó con fuerza.
Las llamas crecían a su alrededor.
-Chssst.- le hizo callar Vero mientras le pasaba la mano por
su cabello negro.- Te voy a sacar de aquí, pero antes tranquilízate.
-No sé qué ha pasado. Yo estaba… estaba…- no era capaz de
tranquilizarse, le temblaba la voz. Vero lo apretó contra ella y buscó con la
mirada una salida.
Las llamas habían alcanzado la puerta, habían bloqueado el
paso.
Estaba asustada. ¿Qué pasaría ahora? Cerró los ojos y una
lágrima se deslizo por su mejilla. Abrió los ojos y dirigió la mirada hacia la
ventana, pensativa. Era una locura, era un quinto piso, pero no había otro
camino.
-Cierra los ojos.- le dijo, lo cogió en brazos y corrió
hacia la ventana. Ocultó la cara de Miguel entre sus brazos justo antes de que
miles de cristales estallaran por el aire. Se precipitaban al vació, ambos con
los ojos cerrados, y fue entonces cuando Vero pensó en Harry, en su Harry, y
volvió a sonreír mientras el reloj avanzaba deprisa marcando sus últimos segundos.-
Te quiero.- le susurro a su hermano. Estruendo, huesos rotos, una vida
destrozada y el silencio de la soledad de un niño.
En ese mismo lugar…
Harry intentaba mirar por encima de la multitud que había
rodeado la escena. Miró hacia el edificio y vio las llamaradas y el humo negro
pero a la gente parecía no importarle que un piso estuviera ardiendo.
Bajo sus pies, miles de cristales rotos se hacían pedazos a
cada paso que daba. Alguien había saltado desde la ventana, presa del pánico. Y,
de repente, pensó en Vero. Habían caminado por ese mismo lugar hacia unas
horas, de regreso a su casa. Su casa. El bloque donde un piso ardía.
Tenía un mal presentimiento, un presentimiento que lo
llevaba a saber que era lo que había pasado. Se hizo hueco entre la gente,
avanzado cada vez más deprisa hacia el lugar donde todo el mundo miraba y,
entonces, las lágrimas ocultaron sus ojos claros.
Un niño, al verlo, corrió hacia él y lo abrazó. Era Miguel,
el hermano de Vero. Tenía cortes alrededor de la cara y cojeaba entre sollozos.
Harry no se movió. Su piel se tornó más blanca y a pesar del calor, él tenía
frio. Apretó los labios fuertemente para evitar llorar en público, pero la
tristeza ganó al orgullo y las lágrimas empezaron a caérsele de los ojos.
Avanzo hacía el cuerpo de Vero, sin apartar la vista de su
rostro, más pálido. No había vida en aquella mirada. Todo se había fundido.
Entonces un policía lo paró pero Harry insistió, nervioso,
llorando como un niño, oponiéndose a los brazos de aquel policía hasta que este
cedió y se abalanzó sobre Vero.
Miles de recuerdos aparecieron en su cabeza al verla allí.
No volvería a sonreír, no volverían a besarse, no volvería a escuchar su risa,
no volverían a estar juntos.
Puso su mano sobre su cuello y puso su cabeza sobre su pecho
mientras seguía llorando.
Acarició su pelo cubierto de cenizas. Ya no percibía su
perfume. Sólo olía a humo.
Se hubiera pasado la eternidad allí, junto a su cuerpo, de
no ser porque un policía lo agarró por el hombro y, con cara triste y compasiva
dijo:
-Chico, vete a casa.- Harry no lo entendió, ni si quiera
escuchó nada, él estaba sumergido en otro lugar, con Vero, pero se levantó y
miró el cuerpo por última vez mientras
se alejaba de ella para siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario